
Llegamos a finales del año y tampoco hemos conseguido ser más cívicos o respetuosos con el medio ambiente.
Estas Navidades, las protectoras no dan abasto con los casos de abandonos de mascotas. Duplican su capacidad. La gente en general sigue creyendo que un perro es lo mismo que regalar unos zapatos y que el animal ni siente, ni padece. Los compran por estar de moda e impulsan la explotación de la cría, porque una vez más tener una raza determinada es una forma de mostrar el estatus social de una persona, lamentablemente.

Las campañas divulgativas sobre “no regales un animal” caen en saco roto en estas fechas. En la mayoría de los casos, se considera al cachorro como si se tratara de un juguete mecánico….hasta que el animal pide de comer, agua fresca, cariño, calle y tiene que hacer sus necesidades en algún sitio. Es entonces cuando los nuevos dueños se quejan de que el cachorro es un animal “sucio” y que va a ir a la calle, cuando el sucio e irresponsable es la persona que en principio lo adquirió como regalo o como juguete.
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