
Si hace un año nos hubieran dicho que el plan más efectivo para la mejora de la calidad del aire iba a ser viral, nunca lo hubiéramos creído. Sin embargo, parece que la naturaleza encuentra su forma de imponerse y dar un respiro a la flora y la fauna que vive entre nosotros, sin reparar en la pérdida de vidas humanas, ni en el freno económico.

¿Habéis notado que ese silencio de la ciudad por la ausencia de contaminación acústica intensifica el canto de los pájaros en una primavera extraña para todos? Hasta nos hemos librado de las gafas de sol, para intensificar la sensación del sol en la cara, aunque sea haciendo cola en la puerta del supermercado.
Espero que estas semanas de confinamiento sirvan para que las personas reflexionen dónde nos hemos excedido para que la naturaleza nos haya marcado un alto. ¿Servirá esta pandemia para que China madure y prohíba los mercados ilegales de animales en China o continuarán haciéndolo a escondidas? El comercio de animales en riesgo de extinción como el pangolín malayo se ha asociado científicamente como portador de coronavirus SARS-CoV-2 o…¿seguirán los gobiernos escondiendo el bulto a favor de una potencia que no respeta ni derechos fundamentales, ni la protección del planeta, sino que tan solo piensa en la explotación y el enriquecimiento económico de sí mismo?
Es el momento de valorar lo que tenemos: nuestra tierra, nuestro agua, nuestro aire, nuestra flora y nuestra fauna, nuestro capital humano y el cuidado de todos ellos para que perduren. Aquí es donde la sostenibilidad tiene la mayor carga significativa y da sentido a lo que hacemos, para alejarnos de un dominio excesivo de un tercero que terminaremos por lamentar en un futuro, como nos ocurre ahora.