En la sociedad española comenzará a haber conciencia ambiental cuando escuchemos diariamente a ciudadanos que intervengan en debates públicos. Hasta entonces, lamentablemente la discusión y la frustración procederá solo de los más sensibilizados y del oportunismo político para captar más votantes de determinados segmentos.

En ciudades como Madrid, el residente suspende en civismo: restos de comida y desechos que se lanzan desde las ventanas, basura que se arroja a las aceras sin intención de meterla en el contenedor correspondiente, colillas y envoltorios de plástico por donde andas, un desaliento para cualquier técnico de limpieza.

Mientras tanto, el Ayuntamiento intenta concienciar a las masas con costosas e inútiles campañas de comunicación que llegan a oídos sordos, cuando la única vía que el residente entiende es el de la amonestación y la multa.
Página relacionada: