
Soy partidaria de que quemar un bosque debería ser castigado como un acto terrorista.

Hectáreas de bosques sucumbidas a las llamas, miles de animales y plantas fallecen al terror de los incendios, sin olvidar el miedo de sus vecinos y el riesgo al que se tienen que enfrentar el cuerpo de bomberos por culpa de los incendiarios.
El incendiario, pirómano o no, mata sin detenerse a pensar en la destrucción que genera a su lado. Por su culpa, se reducen las fuentes de oxígeno del entorno y se incrementan las emisiones de dióxido de carbono, lo que deriva en más gases de efecto invernadero.

En los incendios forestales, el daño ecológico es inmediato pero sus consecuencias perduran en el tiempo. Los incendiarios no se paran a pensar que las plantaciones forestales generan unos servicios ambientales, pero la normativa española debería protegerlo, pues los bosques ayudan a la fijación del carbono, a la regulación del sistema hídrico, a la conservación de la diversidad biológica y a la protección del suelo, entre otros beneficios.
Reforma del Código Penal de 1995. Insuficiente
La ley española tipifica el incendio forestal provocado con penas de prisión de hasta 20 años en función de los daños económicos o personales. Hasta 5 años para aquellos que incendien montes y de 10 a 20 años si haya existido peligro para la vida de las personas.
Sin embargo, menos de un 3% de los incendios acaba con algún detenido, según datos del pasado año de la organización WWF para la conservación de la naturaleza.
Como sentencia “ejemplar”, en el 2011, se sentenció a Diego Martin Luengo con tres años de cárcel y 141.000 euros por ser autor de ocho fuegos provocados en el Valle Tiétar en 2009. Alguien se ha parado a pensar, si esa sentencia cubre de lejos las hectáreas de terreno destruidas, la muerte de plantas y animales, además del daño económico y la lenta reparación de la zona. A un incendiario quemar le cuesta tan poco como comprarse el mechero con el que prenderá el fuego, nada.
Fragas do Eume

Todavía continúan las labores de extinción del fuego del Parque Natural de las Fragas do Eume (Galicia) donde ya se han calcinado 750 hectáreas desde que se inició el pasado sábado. Volvemos a seguir testigos de otro horror ambiental por la pérdida de animales, plantas y el riesgo de vidas humanas.
Mi más profundo respeto a la gente que está al pie del cañón para erradicar el fuego y que arriesgan su vida para proteger el monte.
Yo también opino como tú.
Aquellos que destruyen nuestros bosques deben ser castigados con la dureza que merecen.
Por otra parte, para aquellos que por ignorancia siguen pensando que no pasa nada por que se quemen unos cuantos árboles, deberían hacerse más campañas informativas/preventivas sobre los peligros y los daños ocasionados por los incendios, pero no solo a corto plazo, no, lo más importante son aquellos daños que sufriremos TODOS a largo plazo como consecuencia de la pérdida de especies de flora y fauna, la alteración de los suelos que pierden sujección y fertilidad con la consecuente desertización de las zonas afectadas, y una larga lista de tristes etcéteras.
Pero me gustaría plantear unas preguntas, ¿realmente nuestro Estado, nuestras autoridades velan por la completa protección de nuestros espacios naturales?¿lo hacen solamente de cara a Europa y luego ignoran la realidad de montes y campos españoles? ¿son ellos los principales responsables de que este tipo de actos ocurran o no?
Yo tengo clara la respuesta a cada una de estas preguntas, pero me gustaría que los lectores de este blog reflexionaran sobre el tema y sí compartieran sus opiniones.
Me resulta tristísimo cada vez que algo así ocurre, va a ser un año muy duro con tan pocas lluvias y con tantos intereses de por medio. Deseo que esas gentes empiecen a tomar conciencia de que el mundo tal y como lo vemos se nos acaba y que cada vez es más difícil restaurar lo destruido.