
Nuestra huella de carbono, que es el total de emisiones contaminantes por alguna actividad humana tanto de forma directa o indirecta, también se produce por el simple hecho de enviar un email.
Cada vez que enviamos un correo electrónico, contribuimos con cuatro gramos de emisiones de CO2, y si el envío lleva adjunto un documento pesado, se eleva a 50 gramos.
Si sumamos todos los usuarios que visitan la red, la cantidad aumenta hasta el punto de que el organismo francés eléctrico, RTE France, Le Reseau de Transport d’Électricité, hace un llamamiento a las empresas para que envíen menos correos electrónicos y así ahorrar energía.
Recientemente, Greenpeace anunció que la mayoría de las plataformas sociales no utilizan recursos renovables, así por ejemplo, Netflix tiene un grado ecológico D, mientras que YouTube encabeza la lista con A.

Si todo esto no nos hace reflexionar, para la próxima vez que hagamos un streaming de música online, debemos recordar que con hacerlo 27 veces ya hemos usado la misma energía que para producir físicamente un CD.