
Nuestra huella de carbono, que es el total de emisiones contaminantes por alguna actividad humana tanto de forma directa o indirecta, también se produce por el simple hecho de enviar un email.
Cada vez que enviamos un correo electrónico, contribuimos con cuatro gramos de emisiones de CO2, y si el envío lleva adjunto un documento pesado, se eleva a 50 gramos.
Si sumamos todos los usuarios que visitan la red, la cantidad aumenta hasta el punto de que el organismo francés eléctrico, RTE France, Le Reseau de Transport d’Électricité, hace un llamamiento a las empresas para que envíen menos correos electrónicos y así ahorrar energía.
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