
Poco ha cambiado la actitud de los madrileños por el cuidado de la calle en las últimas décadas independientemente de la edad y el sexo.
En una ciudad, donde la suciedad y la desconsideración se ve como normal cómo se puede esperar que la gente recicle, si ni siquiera hay una intención de recogerlo o de depositarlo en una papelera.